Entre nos, aún no podemos hablar de sexo. Nos tomaríamos las manos y no necesitaríamos más. Nos miramos fijamente, y nos pusimos a reír. ¿Cómo era posible?¿Cómo alcanzamos la zotea de la confianza?. Gracias por tus palabras, gracias por ese beso que esculpiste en mi mejilla.
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No somos más que dos niños. Tú un niño que ama esos sonidos impecables y los ladridos del perro. Yo, la niña que sufre cuando pisa una hormiga. Y ya he pisado dos.
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