Si mi corazón latía como un loco, jamás fue mi intención.
Mirar todos esos rostros no asusta, pero sí lo hace el reflejo del mío en sus ojos.
Inhala/Exhala. Bis. Idem. ¡Otra vez!
Abrir las ventanas
no es suficiente
para respirar.
Que difícil fue el viaje de hoy en la mañana, con el pecho acongojado, las lágrimas retenidas y los suspiros encadenados en una larga inspiración.
Es que mis ojos no resistían más la humedad: picaban, ardían, se cerraban, lloraban.
Era un dolor ya vivido, no muy novedoso... Pero bastante intenso.
Siempre atacan estos malditos impulsos de llanto, en lugares así, cotidianos. Llenos de gente. Incomprensibles.
Y cada centímetro perdía el calor. Mis manos frías, entregaban sus grados a unas lágrimas cálidas que competían por mis mejillas.
No quería estar ahí. Mi laringe presionaba... Y cual manos asesinas, cerraban el escape a un respiro involuntario. Cerraban y hacían agonizar mi bienestar.
Agua. Necesitaba agua.
0 percepción(es):
Publicar un comentario