Para ti y para todos

03 octubre 2010

Mi-rror (Mi error)


Toda la vida he odiado los espejos.
Naturalmente -y como todo el mundo- a veces se debe recurrir a ellos por motivos muy puntuales: Delinear los ojos, Sacar partículas del ojo, lavarme los dientes, y también peinarme (cuando corresponde). Pero nunca me ha gustado imagen en frente de el.
Como todo el mundo decía, y como yo también creía: un problema de Autoestima.

"Quiérete más"

Y ahora, después de algunas experiencias me doy cuenta, que esta sensación desagradable se producía simplemente por mi acción endógena de amplificar sensaciones y llevarlas al plano emotivo-sentimental.
Y al contrario de lo que el mundo (y yo) decía, es un problema de encubierta Autoestima.

Cuando veía mi rostro después de lavarlo, mi pelo húmedo, mis ojos eternamente negros mirándome con tristeza... Mis brazos intentando ocultar mi humanidad, cubriendo con piel más centímetros de piel... Mis labios violáceos y danzantes al compás de un castañeo...

Cuando veía mi apariencia, no podía aceptar que solo eso soy yo.
No puedo aceptar (y jamás aceptaré) ser solo eso.

Y es que mirarme al espejo, generaba la impotencia constante de no-querer ser eso para el mundo.
Ir por la calle y que los demás solo vieran una altura determinada, unos ojos grandes, un pelo largo y unas zapatillas rojas.
Escuchar en las noticias "Cientos de jóvenes marchan por (...)", eso sí que quemaba, y lo triste es que ellos no tenían la culpa.

Nunca he oído a alguien decir "Hoy se congregaron 5.000 ideas revolucionarias, 5.000 sueños crepitantes de motivación. Hoy en chile se alzaron las voces de 5.000 injusticias, apelando a la mejoría de 16 millones de vidas".

Mis deseos son muchísimo más grandes que el mundo entero.
Mis sueños superan la barrera atmosférica.
Mis límites jamás serán las fronteras, mucho menos la piel que me cubre.

Y es que ahora también entiendo mi afán por los ojos, los oídos, las bocas...
Ser simples agujeros, los transforma en la vía de escape y recepción a la humanidad de cada uno.

Y es que esto soy. Estas palabras me definen milímetros más que mi curva longitud de cabello.

Incluso más que mis ojos curiosos, que gracias a Dios comprenden este malestar... Y en los demás sobrepasan el envase. En los demás me enseñan siempre el tamaño a partir de sus corazones.
Porque por más hermoso que sea el envoltorio, una roca no me sirve en este momento.

Ya sé con qué mirarme y sentirme aliviada, sin esa angustia horrorosa que surgía en un reflejo: una Cruz.


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